Por Erika Ortiz
Casa Espírita José Moscati
“Lo que solemos llamar desesperación,
es solo nuestra dolorosa hambre de esperanza”.
-George Eliot-
En algún momento de tu vida, si no es que, en este, posiblemente te has encontrado ante situaciones que te hayan hecho sufrir y caer en la desesperación.
Las situaciones que nos pueden conducir a sentimientos de desesperación suelen relacionarse con experiencias difíciles, tanto de orden práctico, como de orden físico o familiar.
Para muchos, es espontaneo preguntarse si esas situaciones están allí, a propósito, para inducir sufrimiento. Sin embargo, la respuesta lógica, a dicha cuestión, nos conduce a una negativa rotunda; puesto que, si fuera así, todos los seres humanos experimentaríamos el mismo tipo de emoción frente a la misma dificultad; mientras, nos damos perfectamente cuenta de que, no solo no es así, sino que las sensaciones y emociones percibidas son del todo subjetivas, y dependen de cómo cada uno se enfrenta a la experiencia en sí.
Sería, por lo tanto, útil comprender cuales son los mecanismos físicos, psíquicos y espirituales que se meten en marcha cuando nos enfrentamos a una experiencia difícil. Mecanismos físicos:
A nivel físico, cuando nuestro cerebro percibe un peligro, o algún tipo de amenaza, dispara una alerta, en forma de miedo o angustia, con la finalidad de instalar mecanismos de autoprotección.
Las principales estructuras cerebrales, responsables del miedo, son la Amígdala y el Hipocampo.
La primera es una estructura subcortical situada en la parte interna media del lóbulo temporal; tiene el tamaño de una almendra, y se encarga de generar e integrar las emociones. Estas últimas, son reacciones químicas que se producen, tanto en respuesta a los estímulos exteriores de lo que vemos, oímos, olemos, tocamos o gustamos, como a los estímulos interiores de pensamientos o recuerdos. Mientras, el hipocampo es una estructura muy pequeñita, con forma de caballito de mar, situada en la parte interior del lóbulo temporal, la cual se encarga de gestionar los recuerdos, consolidar el aprendizaje, así como, clasificar la información y definir dónde almacenarla en nuestra memoria. Naturalmente, estos procesos mentales están íntimamente relacionados con las emociones y determinan si estas son negativas o positivas, agradables o desagradables para recordar (Pérez, 2019).
Mecanismos psicológicos:
acuerdo al diccionario de psicología la desesperación es un sentimiento que acompaña la convicción de una derrota inevitable e irreparable, presente en los sujetos que son incapaces de soportar fracasos a causa de un limitado umbral de tolerancia a la frustración del deseo o al dolor.
Soren Kierkegaard (2019) en el libro La enfermedad mortal señala que “La desesperación es una enfermedad del yo, y puede adoptar tres formas: la desesperación de no tener un yo; la desesperación de no querer ser uno mismo; la desesperación de querer ser uno mismo”
Aunque la concepción del yo de Kierkegaard no sea la misma que la del psicoanálisis, es interesante como este filósofo muestre la limitación del yo para alcanzar una identidad equilibrada y el consecuente sentimiento de desesperación que de ello se deriva.
Ahora bien, desde un punto de vista psicológico, nadie profundizó y desgranó tan bien la desesperación humana como Viktor Frankl. El padre de la logoterapia, y superviviente de varios campos de concentración nazis, definió este concepto mediante dos ideas muy básicas: sufrimiento y pérdida de sentido. Sin lugar a dudas, estas experiencias son las más desoladoras para una persona, pero aun así se puede (sobre)vivir a ellas. Todos podemos sortearlas y encarar la vida con nuevos y mejores recursos.
Mecanismos espirituales:
Según Kardec (1862), el ser humano, siente desesperación como consecuencia de las vicisitudes de la vida y cuando “cree que todo acaba con la vida del cuerpo; sin embargo, este sentimiento carece de sentido en aquél otro que tiene fe en el porvenir”.
Observamos como esa falta de fe en el porvenir coincide con el concepto de “falta total de la esperanza”, expresado por Kierkegaard, acerca de la limitación del yo para alcanzar una identidad. Es decir, que el ser cae en la desesperación, cuando no se identifica con una continuidad de la vida y con la esperanza de un futuro reparador.
En cuanto a la desesperación por las vicisitudes de la vida, el Evangelio según el Espiritismo nos explica que “Las vicisitudes de la vida … tienen dos orígenes muy diferentes que conviene distinguir; las unas tienen la causa en la vida presente; mientras, las otras fuera de esta vida”. Pero cualquiera que sea la causa, ambas sirven para nuestro adelantamiento en la evolución del espíritu.
El autoconocimiento para afrontar la desesperación.
El aforismo griego “Conócete a ti mismo”, que estaba inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, significa que la principal necesidad de una persona, para acceder a la sabiduría filosófica, es el autoconocimiento. En relación a ello, Allan Kardec, en el ítem 919, del Libro de los Espíritus, pregunta: “¿Cuál es el medio práctico más eficaz para mejorarse en esta vida y resistir a la solicitación del mal?” recibiendo la siguiente respuesta: «Un sabio de la antigüedad os lo dijo: Conócete a ti mismo.»
La desesperación nos obliga a un dialogo introspectivo y a ver lo que hay en nuestro ser. Por tanto, es obligación nuestra aceptar eso que Jung llamó “sombra”, para tener después la capacidad de trascender de ella y alcanzar ese lado luminoso y fuerte, en el cual encontrar de nuevo la esperanza y la seguridad. Es un viaje no exento de dificultades, lo tenemos claro, pero es, sin duda, un camino que vale la pena iniciar para dejar atrás el sufrimiento.
La fe, madre de la esperanza
Si partimos de la conceptualización de la desesperación como escases de esperanza, comprendemos entonces que la desesperación o desesperanza es el lado opuesto de la fe. Este antagonismo de conceptos resulta más comprensible si se explica el significado de “fe”.
“La fe en el hombre es el sentimiento innato de sus destinos futuros; es la conciencia que tiene de sus facultades inmensas, cuyo germen ha sido depositado en él, primero en estado latente y que debe hacer desarrollar y aumentar, después por su voluntad de acción”.
“… ¿No es, acaso, la fe, la que da la esperanza de que se verán cumplidas las promesas del Señor? Porque si no tenéis fe, ¿qué esperaréis? ¿No es la fe la que da el amor? Porque si no tenéis fe, ¿qué reconocimiento tendréis y, por consiguiente, qué amor? ...” (Kardec, 1864)
Los mensajes de los espíritus nos hacen comprender, que la fe es el sentimiento espontaneo de confianza en el Creador y en sí mismo, el cual nos devuelve esa esperanza perdida que produjo el sentimiento de desesperación. Hay certeza de un futuro mejor.
“La fe es humana o divina, según como el hombre aplica sus facultades a las necesidades terrestres o a sus aspiraciones celestes y futuras. El hombre de genio que persigue la realización de alguna grande empresa, consigue su objeto si tiene fe, porque siente en él que debe y puede realizarlo, y esta certeza le da una fuerza inmensa…”
“… la fe es "humana y divina"; si todos los encarnados estuviesen bien persuadidos de la fuerza que tienen en sí y quisieran poner su voluntad al servicio de esta fuerza, serían capaces de llevar a cabo lo que hasta el presente se han llamado prodigios, y que sencillamente sólo son desarrollo de las facultades humanas.” (Kardec, 1864)
Las cosas que nos acontecen, son herramientas de mejora para nuestro crecimiento, en el camino a hacia la evolución espiritual. Dios nos ha dado los recursos para poder salir victoriosos de las tribulaciones de la vida. Él tiene fe en nosotros, ¿por qué no deberíamos tenerla en él y en nosotros mismos?
Referencias
Kardec, A. (1862) El Espiritismo en su más simple expresión.
Kardec, A. (1864) El Evangelio según el Espiritismo.
Kierkegaard, S. (2019) La enfermedad mortal. Traducción Carlota Tognetti. Greenbook editore. Edición digital.
Pérez, D. (2019) ¿Por qué me desespero tanto? Psico.mx. Recuperado el 12 de agosto de 2020 de https://www.psico.mx/articulos/porque-me-desespero-tanto
Plethora (s/f) Diccionario de psicología. Recuperado el 14 de agosto de 2020 de http://consulta-psicologica.com/diccionario-de-psicologia/266-desesperacion.html
Real Academia Española (2019) Diccionario de la lengua española. Recuperado el 12 de agosto de 2020 de https://dle.rae.es/desesperaci%C3%B3n