No es
en vano que el Evangelio Según el Espiritismo dedique un capítulo entero a la
ley de la oración, definiéndola como un acto de adoración al Padre. El Libro de
los Espíritus dice: “Orar a Dios es pensar en Él, acercarse a Él y ponerse en
contacto con Él. (1)”
Diríamos
entonces, que implica un encuentro verdadero con Dios, que va más allá de una
reflexión. “Es sobretodo sintonizar pensamientos y emoción,
construir fecundas conjugaciones mentales, establecer circuitos de poderosas
energías constructivas” (2).
Cada
oración, tanto cuanto cada emisión de fuerza, se caracteriza por
determinado potencial de frecuencia y todos estamos cercados por inteligencias
capaces de sintonizar con nuestra llamada, a la manera de estaciones
receptoras" (3)
Lo cual nos lleva a preguntar si ¿existe una manera – por decirlo así -
correcta para orar?
Jesús
nos enseña que el poder de la oración está en el sentimiento y la
sinceridad y no en la multiplicidad de las palabras. Nos sugiere hacerlo en secreto (es decir
no vanagloriarnos en medio de las personas), en aislamiento y recogimiento. En
portugués, francés, italiano, castellano o japonés, lo que prevalece es el
lenguaje del corazón (4).
De
igual importancia, la oración nos invita a perdonar lo que tengamos contra
nuestro prójimo y pedir por ellos. Sin lugar a duda, es una de sus dimensiones
más hermosas. No hay lugar, no hay horarios, no hay reglas impuestas para
sintonizarnos con la gracia de Dios.
Desde
este prisma, adentrándose en un nuevo año, ponemos como punto de reflexión lo
siguiente: ¿Quiénes se han propuesto aplicar la oración como manifestación
viva, real, del encuentro con Dios en la cotidianidad? ¿Quiénes están dispuestos a emparejar sus acciones con los
principios de la oración?
Aquí hacemos
un paralelo entre las buenas acciones y la oración. Si la oración es un acto de
adoración al Padre, y todos somos hijos Suyos ¿No sería justo decir que
cualquiera de nuestras acciones basadas en el amor y en la caridad hacia
nuestros hermanos es por consiguiente una adoración a Dios? Un buen padre no
hace discriminación entre sus hijos, los ama de igual modo, y además espera y
desea que puedan amarse entre ellos.
Entonces,
además de escribir los propósitos de Año Nuevo, de cómo, por ejemplo, conseguir
un nuevo empleo, bajar de peso, viajar más ¿Qué tal si externalizáramos nuestra
expresión viva de la oración en nuestra conducta diaria?
Pensamos
de la siguiente forma: ¿Quién nos dice que rezar sólo se puede de noche antes
de dormir? ¿Ya han pensado que la fuerza de un pensamiento lleno de amor hacia
los demás tiene un impacto vibracional elevadísimo aunque se lleve a cabo
durante una actividad rutinaria? Como por ejemplo; en camino al trabajo,
en el metro, en el supermercado, en un parque, o incluso, frente a las
adversidades de la vida (cuando por impulso y por el ego, queremos reaccionar
negativamente, ya sea por verbalizar malas palabras o pensarlas, o hasta llegar
a llevarlas a la agresividad física en contra de un hermano) y al contrario, si
nos detenemos un momento, tomamos una respiración profunda, elevamos nuestro
pensamiento a Dios con todo el corazón, y cambiamos nuestra actitud inicial por
una más equilibrada.
Ciertamente
ahí Dios también derrama su Gracia. La oración nos proporciona una base sólida
para ajustar y construir todas las demás relaciones en nuestras vidas, ella
también nos hace ver que estamos cerca de Dios a través de nuestro
comportamiento hacia el otro.
A esto
llamamos la “oración puesta en práctica” y los invitamos a que
revisemos si está incluída en nuestros propósitos de Año Nuevo.
¡Feliz
2016!
Citas Bibliográficas:
1. Kardec, Allan. De la Oración. El Libro de los Espíritus. Trad.
González Hernández, Alipio: Mensaje Fraternal, 2013.cap.II,pregunta 659, p.223.
2. Santana,
Hernani T. Oración. Correo Entre
Dos Mundos. Por Diversos Espíritus. Rio de Janeiro: FEB, 1990, p.131
3. Xavier,
Chico. En Torno de la Oración. Entre
la Tierra y El Cielo. Por El Espíritu André Luiz 5.ed.Rio de Janeiro: Feb,
1972.
4. Peralva,
Martins. O Pensamento de Emmanuel. A
Eficacia da Prece. 5ed.Rio de Janeiro: FEB, 161.
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