Nacer y Morir
El próximo día
15 de mayo el Consejo Espírita de México
y el Centro de Enseñanza Espirita Allan Carde
(CEEAK) realizarán la conferencia-desayuno en la que se expondrá el tema
¨"El Por qué Del Nacer y Morir, Una Visión Espírita."
Aprovechando
la cercanía de dicho evento, platicamos con Jorge Camargo, fundador del CEEAK,
vice-presidente del Consejo Espírita de México y ponente de la próxima
conferencia, para que nos adelantara un poco sobre el tema que será abordado.
¿Por qué nace un niño?
JC: Bueno el nacimiento de un niño digamos es una
experiencia maravillosa que se llama reencarnación. El niño es un espíritu
formal que ha elegido la planeación de su reencarnación, para que en esta
experiencia física, (porque él es un espíritu en una experiencia física),
planear todas aquellas cosas que le van ir aconteciendo…la familia donde nace,
las experiencias que va a ir teniendo, para irse unificando, elevando espiritualmente
con el único fin de construir un camino espiritual. Se trata de una oportunidad
que los espíritus nos han dicho a través de la Doctrina Espírita, una
oportunidad divina que nos concede Dios, que es un ser amoroso y que nos ama
para poder ir despojándonos de aquellas cosas que nos produce dolor en nuestras
vidas. Esto es lo que implica el nacimiento por lo que respecta al padre y a la
madre es un compromiso con ese hijo que se ha hecho incluso previamente antes
de nacer.
¿Qué sucede cuando un hombre muere?
JC: Cuando un hombre muere simbólicamente concluye un
camino. Un camino que por la vía de la reencarnación, tiene la finalidad de que
las personas vayan eliminando de su interior aquellas cosas que las hacen
infelices para alcanzar la paz mental. Debemos recordar que estamos
temporalmente en este mundo físico, somos espíritus en una experiencia material
y que tiene esta finalidad planeada de pasar ciertas experiencias que nos ayuden
a eliminar apegos a luchar con inclinaciones con defectos, y una vez que concluimos
con esa lucha suave, entonces estamos avanzando a la siguiente etapa
espiritual.
La
muerte implica el regreso a casa porque hay una familia que está integrada
también tanto por personas encarnadas como desencarnadas; y que, al regresar
nos reciben con tanto amor porque nos reintegramos a ellos. La muerte es
también una prueba. La calidad de nuestra muerte será en función de la calidad
de nuestra vida si fuimos capaces de construir una vida en amor, entendiendo al
prójimo, al otro como un instrumento de trabajo en el cual vamos a sembrar
nuestras mayores virtudes. Pero también entendiendo que el otro puede ser un
instrumento para probarnos en algunas otras cosas como la paciencia, el amor,
el perdón y la tolerancia, entonces la muerte de una persona, yo diría, es un
feliz regreso a casa en condiciones proporcionales a su calidad de vida
espiritual.
¿Cuál es la necesidad de reencarnar?
JC: En el libro de los Espíritus, Kardec nos aclara
que, los espíritus estamos en la erraticidad, es decir, en el plano espiritual
el tiempo que deseemos, preparándonos para la experiencia física. La necesidad
de reencarnar se produce porque en el plano espiritual no hay elementos o
algunos elementos que permitan probarnos
el grado de adelantamiento o fortaleza para confrontar algunas
situaciones que tienen que ver con los apegos físicos. Voy a poner un ejemplo
muy rápido: Si una persona en su vida anterior ha muerto de alcoholismo es
obvio que para poder superar su experiencia alcohólica de la vida pasada,
deberá pasar por un mundo físico donde exista el alcohol, y deberá confrontar
las mismas experiencias que vivió en un su vida pasada, para poder superar esa
prueba. Por lo tanto, la materialidad, es decir, ver a la tierra como una
escuela material, una escuela divina, nos permite entender la necesidad de
reencarnar para convivir con una cantidad de espíritus que están encarnados y
con los cuales vamos a ir probándonos en diferentes órdenes de disciplina.
Vamos a hablar de amor, desamor, perdón, tolerancia, y también nos
encontraremos con aquellas personas o que hemos amado mucho o que hemos dañado
también en determinadas circunstancias por lo cual tenemos por medio de la
convivencia física poder experimentar el perdón, poder sentir perdón, poder
tener compasión, poder acompañar, expresar de una manera física nuestro amor.
Esta es la razón por la que todos debemos reencarnar de manera constante aún cuando el libre
albedrío nos permita espaciar las reencarnaciones por algunos períodos largos.
¿Por qué tememos tanto a la muerte?
JC: Bueno habrá que recordar que en el Libro de los
Espíritus, Allan Kardec menciona que nosotros contamos con instintos y que uno
de los instintos es el de la conservación. Por lo tanto, dentro de los
instintos de la conservación, está el de la preservación del alma. Si nosotros
no tuviésemos en nuestro interior como dice Kardec este instinto, sería muy
fácil que renunciáramos la experiencia física, es decir que nos suicidáramos, a
la menor contrariedad o el menor problema que afrontásemos en la vida. Esta es
la razón por la que en nuestro interior hay este miedo a la muerte.
Venturosamente las personas comienzan a perder el miedo a la muerte cuando
comienzan a comprender que la vida continua. Pero para las personas también,
hay una doble reacción. Cuando la vida continua, quiere decir que la
experiencia, buena o mala de una vida física, también se prolonga hacia allá.
La calidad en nuestra vida hoy es la calidad de cómo fue nuestra vida anterior.
Por lo tanto, si nosotros queremos tener una vida espiritual plena y futura,
aun cuando nos resulta difícil conseguirla porque no está aquí. Debemos
planearla con buenas acciones, con amor, para todos que nos rodean. Y para otros, representa una noticia
que preocupa, porque ellos creen que terminando esta vida, cualquier cosa mala
que hayan hecho no tiene consecuencia. Y por el contrario, si uno daña, si uno
desperdicia un tiempo que es divino, que no nos pertenece, aunque hay un libre
albedrío, hay consecuencias negativas en esa vida futura.
¿El hombre muere sólo una vez?
JC: Es muy interesante esta pregunta. Me parece que
el hombre muere tantas veces como es posible dañar al otro, como es posible
refugiarse en su experiencia de vida a través del egoísmo. Todos morimos y
hemos muerto muchas veces, como hemos renacido tantas veces. La reencarnación
es un proceso que no cesa porque es una concesión divina, es una oportunidad
divina, para reaprender de manera constante y tantas veces como sea necesaria,
ensayar la felicidad y el amor. Es un estado de gracias continuo que no cesa
con la muerte. Por lo tanto naceremos, renaceremos, y moriremos tantas veces
como nuestra propia necesidad de evolución, nuestra propia necesidad de
alcanzar la paz mental, la paz interior y llegará un momento en donde dejaremos
de reencarnar en un cuerpo físico para encarnar en cuerpos sutiles donde la
experiencia sea más amorosa, donde las pruebas sean menos groseras por llamar
de alguna forma, donde el sufrimiento sea solamente un recuerdo vago pero donde
la siembra del amor sea una acción consciente.
El hombre deja de morir en la medida que siembra en
el otro el amor y la esperanza. Yo diría también que uno renace todos los días en Jesús y uno muere todos los días cuando se
aleja de Dios.
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