lunes, 21 de diciembre de 2015

Jesús con Nosotros... Su Encarnación y Nacimiento

Sabemos que Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús. A pesar de que muchas personas no toman en cuenta ese hecho tan importante, todo el amor que flota en el aire del planeta en esas épocas, está relacionado con Nuestro Hermano Mayor, Maestro del amor y de la misericordia. 

Su nacimiento fue resultado de decisiones tomadas en las Esferas Superiores a respecto del futuro de la humanidad. El libro Al Camino de la Luz, de Emmanuel y psicografiado por Francisco Cándido Xavier, nos cuenta a cerca de una Comunidad de Espíritus Puros y elegidos por el Señor Supremo del Universo, en cuyas manos se conservan las decisiones directoras de la vida en todas las colectividades planetarias. Esa comunidad de seres angélicos, perfectos y portadores de un amor incondicional, de la cual Jesús es uno de los miembros divinos, se reunió y decidió la venida del Señor a la Tierra, trayendo a la familia humana la lección inmortal de su Evangelio de amor y redención. Solamente un Espíritu de esa elevación sería capaz de tanto amor y renuncia para la misión de redimir el hombre terreno. 

Su encarnación en nuestro planeta fue un proceso lento y muy elaborado. Nuestro Maestro,  siendo un Espíritu Puro, tiene muy elevada su vibración. El periespíritu de cada persona encarnada es formado por la substancia más o menos etérea del planeta en el cual está. Así podemos pensar cuan doloroso y complejo fue el proceso de bajar su vibración para poder encarnar en un planeta tan inferior a su frecuencia vibratoria. Algunas fuentes dicen que la preparación llevo cerca de 1,000 años terrestres. 

La obra literaria El Sublime Peregrino, de Ramatís, psicografiado por Hercílio Maes, cuenta que la manifestación de Jesús en nuestro orbe se efectuó de acuerdo a un minucioso plan delineado por la Ingeniaría Sideral, en el cual fueron previstas las principales etapas de su venida  y los efectos de su vida física. Todo fue estudiado para realizarse en el “tiempo psicológico” exacto y buscando el mayor aprovechamiento espiritual de la estancia del Maestro junto a la humanidad terrena. El libro afirma que, aun que la tarea mesiánica viniera del Alto, Jesús debería concretarla por su propia capacidad, inteligencia, renuncia y hasta resistencia orgánica, para no sucumbir antes del plazo previsto. No tendría que someterse a un determinismo fatal, que lo transformaría en una marioneta de las decisiones del mundo oculto, pero sí movilizando sus recursos espirituales de manera que cumpliera  un programa heroico que aceptara de forma consciente. 

Así, volvió desde la espiritualidad superior en socorro a nosotros, los necesitados de amor, de desarrollo moral y espiritual. Ese niño viene a traer la esperanza a la humanidad, enseñando que no se puede ser feliz si su hermano no está feliz también. Nació en el momento adecuado para dirigir su mensaje, enseñando el camino de la salvación a nosotros, espíritus inmaduros, por nuestro propio esfuerzo y cambio de comportamiento.

Con eso, podemos pensar que el esfuerzo de Jesús para enseñarnos a amar fue mucho más grande de lo que podemos imaginar. Somos muy pequeños y inferiores para poder comprender tamaña obra de nuestro Dios, con su infinito amor hacia nosotros. Pero no somos pequeños para trabajar por nuestros hermanos, para ayudar a los que necesitan, para buscar ser mejores personas, mejores ciudadanos, para reconocer la belleza divina en cada cosa de nuestro mundo.


Que todo el trabajo de las Esferas Superiores puedan reflejarse en nosotros, en nuestro esfuerzo de abdicar hábitos inferiores, en nuestra resignación para enfrentar las pruebas que traemos cada uno a esta existencia. Y sobretodo, que el Amor Divino pueda estar presente en nuestros corazones y pensamientos, no solo en esta época de Navidad, sino también durante todo el año.

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