jueves, 31 de marzo de 2016

 El legado de Allan Kardec

En los años de 1850, un maestro llamado Hippolyte Léon Denizard Rivail, tubo un importante trabajo codificando el mensaje de la Espiritualidad Superior hacia nosotros, aprendices del Amor Divino.

El profesor, hombre de la ciencia que no se dejaba llevar por modismos, investigó los fenómenos y comprobó la posibilidades de intercambio entre el plan espiritual y el material.

Al publicar el resultado de sus trabajos, usó el nombre de Allan Kardec (nombre utilizado en una encarnación anterior) para que su reconocido nombre de científico no diera peso diferente a las investigaciones. Esas, deberían ganar importancia por si solas. Y así pasó.

Allan Kardec pasó a ser reconocido, y sus obras literarias representaban no solo el inicio de la codificación de una Doctrina naciente, pero sobretodo era la materialización del Consolador que Jesús prometiera al mundo 2 mil años antes.

El trabajo coordinado por el Espíritu de Verdad, teniendo Jesús como gran inspirador nos ofrece frutos de consolación y esperanza, paz y amor a todos los que buscan su desarrollo y evolución espiritual.

Podemos decir que sólo un espíritu profundamente ligado a Jesús sería capaz de jugar tan gran misión. Agitar las estructuras del dogmatismo religioso, el escepticismo de la ciencia e incluso arrasar con los conceptos del materialismo, no es para todos. Muchos serían aplastados por las potencias del mundo, pero no a alguien como Allan Kardec, el Apóstol responsable de la codificación de las lecciones de los autores intelectuales e interpretar las enseñanzas del Gran Maestro. Se presentó ante el Cristo por el trabajo que se requiere la renuncia extrema y el desinterés total. Él estaba preparado. Fue llamado a servir en la cosecha del Maestro.Y no decepcionó.


Hoy, 31 de marzo, nos acordamos del aniversario de la desencarnación de ese gran hombre. Que seamos dignos de su legado!






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